Una joven pareja había tenido que llamar a una Niñera para cuidar a su hijo por esta noche ya que tenían una cena
importante y tenían que asistir sólos, sin el pequeño. Ellos tenían una niñera de confianza, pero esa noche se había enfermado, por lo que,
sin más remedio, habían tenido que llamar y confiar en la
profesionalidad de esta otra. Estaban nerviosos. Pero al llegar la mujer se tranquilizaron. La joven niñera que llegó a
casa era una chica con una muy buena apariencia, parecía centrada y
responsable. Así que partieron a la fiesta tranquilamente.
A mitad de la cena, la joven madre tuvo un raro
presentimiento, por lo que telefoneó a casa para verificar que todo iba
bien. La joven niñera respondió que todo iba muy bien, que no debía
inquietarse. Y le dio las gracias por la cena que le habían dejado: "el
pavo estaba muy rico". La joven madre miró seriamente hacia su marido después
de la llamada y le pidió al marido de volver inmediatamente. Algo le
pareció extraño en la conversación. Ella no recordaba tener pavo en la
nevera.
Llegaron rápidamente a casa. Una vez allí comprueban
que la chica está tranquilamente en el sofá viendo la tele. La madre
se tranquiliza al ver la escena. Pero al subir a la habitación del
bebé, descubren que no está. Algo no marcha bien. Lo buscan por toda la
habitación pero no dan con él. Bajan abajo y asustados le preguntan a
la niñera. Ésta tranquilamente les contesta que está en la cocina.
Extrañados, van hacia ella y al llegar descubren aterrorizados lo que
había sucedido. El bebé estaba metido en el horno, parcialmente devorado, y embalado en aluminio ensangrentado.
Investigaciones posteriores descubrieron que la niñera sufría trastornos de personalidad.